El drenaje linfático es un masaje suave cuyo ritmo, más lento que el del masaje tradicional, y la adherencia a la piel sin la ayuda de productos, favorecen la activación de la linfa y la eliminación de los líquidos estancados.
Se recomiendan ciclos intensos, inicialmente de 2 a 3 sesiones semanales seguidas de un tratamiento de mantenimiento.